El cerebro humano consta de dos hemisferios, unidos por el cuerpo calloso, que se hallan relacionados con áreas muy diversas de actividad y funcionan de modo muy diferente, aunque complementario. Podría decirse que cada hemisferio, en cierto sentido, percibe su propia realidad. Ambos utilizan modos de cognición de alto nivel. Ningún hemisferio es más importante que el otro. Para poder realizar cualquier tarea necesitamos usar los dos hemisferios, especialmente si es una tarea complicada. Lo que se busca siempre es el equilibrio.
El equilibrio se da como resultado de conciliar polaridades, y no mediante tratar de eliminar una de ellas.
Cada hemisferio cerebral tiene un estilo de procesamiento de la información que recibe: el hemisferio izquierdo analiza en el tiempo, mientras que el derecho sintetiza en el espacio.
El hemisferio izquierdo procesa la información analítica y secuencialmente, paso a paso, de forma lógica y lineal. Analiza, abstrae, cuenta, mide el tiempo, planea procedimientos. Piensa en palabras y en número, es decir, contiene la capacidad para las matemáticas, para leer y escribir. Este hemisferio emplea un estilo de pensamiento convergente, obteniendo nueva información al usar datos ya disponibles, formando nuevas ideas o datos convencionalmente aceptables.
El hemisferio derecho está especializado en la percepción global, sintetizando la información que le llega. Gracias al hemisferio derecho vemos las cosas en el espacio y cómo se combinan las partes para formar el todo, entendemos las metáforas, soñamos y creamos nuevas combinaciones de ideas. Procesa la información de manera global, partiendo del todo para entender las distintas partes que lo componen. El hemisferio holístico es intuitivo en vez de lógico, piensa en imágenes, símbolos y sentimientos. Tiene capacidad imaginativa y fantástica, espacial y perceptiva.
Thutam Guillamot