Nuestra sociedad, nuestra cultura, es una carrera sin fin que nos lleva a conseguir una cosa tras otra… Pero llega un día en que todo ser humano siente que todo este “montaje” no tiene sentido.
Los rasgos generales de nuestra cultura son:
- Hay una escisión de nuestras áreas emocional y física, dominando la estructura mental.
- Nuestra formación mental es marginadora. Todo aquello que no cumple la norma general es considerado como negativo para el individuo o el colectivo.
No aceptamos mentalmente todo aquello que es considerado como malo o negativo. Esto provoca una ruptura y posterior disociación de aquellos aspectos de la realidad propia que no son aceptados.
En nuestro fuero interno nos sentimos malos, culpables por no ser “absolutamente buenos”.
El llegar a ser “perfectos” y aprender a anular, dominar y/o no manifestar nuestra parte “mala” se convierte en el objetivo de nuestra formación y educación.
El resultado colectivo de este tipo de educación no ha sido llegar a la perfección, sino conseguir una “neurosis colectiva” y un proceso humano enfermo y degenerativo.
- Nuestra conexión con el mundo espiritual ha sido anulado por el dominio de una formación mental supuestamente espiritual.
La espiritualidad es AMOR, LIBERTAD y conexión con nuestro Ser trascendente, que nada tiene que ver con la religión oficial fuente de represión, enfermedad y muerte.
“Una Vida basada en el Control y la Seguridad, no es Vida”.
Thutam Guillamot